Esta es la historia de Jhon, un hombre que culminó su proceso de reintegración, es jinete cuadrillero de tradición, y de la mano de su familia le demuestra a la sociedad que es posible la reintegración.
Jhon es amante del campo, y también de las cuadrillas san martineras, una tradición y coreografía ecuestre, que simboliza las batallas entre españoles y árabes, y la conquista de negros e indígenas en América.
Le hubiera gustado ser profesor, pero reconoce que no le gustaba estudiar, sin embargo insiste en que aprende fácil. Es risueño, humilde y sencillo. Jhon se unió a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) a los 25 años y permaneció ahí siete años. Se desmovilizó en el 2006, inició el proceso de reintegración a la vida civil con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) y hoy, vive del turismo, de las cabalgatas ecológicas y los almuerzos criollos que se preparan en el llano.
John cuenta que en San Martín todas las familias se conocen entre sí y aunque a veces le da pena y se siente mal por las decisiones que tomó en el pasado, cuenta su historia para demostrar que lucha cada día como cualquier colombiano para salir adelante.
Del campo a la guerra
Vivió siempre en el campo, recuerda que sus padres tenían una finca en Mapiripán (Meta), pero por amenazas de la guerrilla tuvieron que salir y dejar todo abandonado. Fue así como la situación económica se tornó muy difícil, y con amistades de San Martín se puso en contacto con los del otro bando.
"Ingresé al grupo, fue muy difícil todo, desde el entrenamiento en adelante, pero conté con la suerte de saber leer, escribir, conducir, y eso me abrió otros campos. Me ocuparon más en la parte logística, llevar, traer, ese era mi oficio".
Ya ha pasado mucho tiempo y Jhon dejó atrás ese pasado, se graduó de bachiller, estudió en el Sena, tiene dos hijas y una esposa que ama.
Ahora con cabeza fría, y con una mirada más crítica frente al conflicto colombiano, dice que "no le aconseja a nadie involucrarse en esas cosas". "Yo lo hice porque fueron locuras de joven, en San Martín se respiraba eso, o uno estaba en un bando, o era del otro. Hoy en día me da pena, arrepentimiento, me siento mal; la verdad no hay como salir tranquilo a la calle, hablar con la gente, estar con la familia y vivir tranquilo", comenta.
Cuadrillero por herencia
Jhon es desde hace 14 años cuadrillero. Lo heredó de su abuelo, y dice que "ser cuadrillero es, sin lugar a dudas, el honor más grande que pueda tener un sanmartinero porque son solo 48 jinetes quienes cada año tienen la misión de ser herederos de una tradición con 280 años de historia" explica.
"Las cuadrillas representan la mezcla cultural, racial y religiosa. En el acto están representadas la raza española, negra, indígena y árabe, y lo que se hace son una serie de juegos que fueron traídos por los españoles, específicamente por un sacerdote que vio que podía evangelizar por medio del juego", agrega.
Ahora Jhon tiene otro estilo de vida, se da el gusto de disfrutar de la tranquilidad del campo, y aunque no pudo continuar en el trabajo que tenía porque se hicieron públicos sus antecedentes, busca la manera de sostener la casa y enseña a sus hijas con ejemplo y amor que a pesar de los errores, y las malas decisiones se puede estar en la legalidad, y es posible la reintegración y la reconciliación.