Una familia de monos aulladores sale al encuentro de los turistas, la mayoría extranjeros, a las orillas del río Buritaca. El color marrón de los pequeños primates los delata en medio de este paisaje en el que domina el verdor intenso. Sus aullidos son la bienvenida a esta aventura natural liderada por Baudilio Valecia y Javier Sanguino, dos reintegrados para quienes los días de guerra hoy son tan lejanos, que a veces parecen un sueño.
El turismo ecológico es a lo que dedican hoy sus días. Junto con otros tres amigos se asociaron para crear su propia empresa, a la que llamaron "Tours y Senderos Buritaca". De eso ya hace dos años. Con el tiempo el pequeño emprendimiento ha venido tomando fuerza, y sus tours son una de las actividades predilectas para quienes están de visita por esta zona de la Troncal del Caribe.
Sus servicios los ofrecen en los hostales, que al estar ubicados a pocos kilómetros del Parque Tayrona permanecen llenos todo el año. Las salidas hacia el río son a las 10 a.m. y 2 p.m., y el recorrido dura en promedio una hora.
Tras los tropiezos, dificultades y desencantos que trae comenzar cualquier negocio, Baudilio asegura con una sonrisa en el rostro y un gesto de orgullo: "De mi trabajo me gusta todo".
Los sonidos de la selva
La Sierra Nevada de Santa Marta es su lugar de trabajo y también su hogar. Baudilio y Javier crecieron recorriendo los senderos del río Buritaca y bañándose en sus aguas. Hoy este es el escenario de las aventuras de sus hijos, y su medio de sustento. Un paraíso natural que comparten con los viajeros de todo el mundo, que vienen buscando internarse en la selva colombiana, disfrutar del canto de los pájaros y bañarse en las aguas cristalinas de un río ancestral.
El recorrido comienza en el Hostal El Río. Allí los guías de "Tours y Senderos Buritaca" le entregan a cada uno de los turistas un neumático, sobre el que realizarán el descenso por el río y con la ayuda de un holandés amigo que lleva viviendo en el pueblo más de 30 años, y habla inglés, les explican cómo será la jornada.
La caminata se realiza por un sendero que ellos mismos han venido adecuando, librándolo de maleza y basuras. Las vistas a la Sierra son impresionantes. Javier, Baudilio y los demás guías, a pesar de las limitaciones con el idioma, se esfuerzan para que la experiencia sea inolvidable para los visitantes.
Luego de más o menos 30 minutos aparece una playa donde es posible sentarse a descansar, hidratarse y preparase para el descenso por el río. Sobre el neumático, uno a uno va dejándose llevar por la corriente del agua, bajo la vigilancia de los guías, quienes tienen a su cargo grupos de no más de 5 personas.
Es una experiencia cien por ciento de conexión con la naturaleza. Sin distracciones. En la que es posible apreciar el ruido de la Tierra, la sensación del agua fresca sobre la piel y el latido vibrante de una reserva natural privilegiada con una biodiversidad única.
Javier y Baudilio están conscientes de la magia de este lugar, de las nuevas oportunidades, y de lo privilegiados que son de este nuevo comienzo. También de la satisfacción que da crear su propio futuro, de cero.
"Nosotros seguimos soñando. Queremos que nuestra empresa siga creciendo, y sobre todo colaborar con las comunidades del río, proteger esta reserva y darles empleo a otras personas. Este es nuestro granito de arena por la paz", concluye Javier.