El espíritu de paz ha sido la clave para la reconciliación entre un excombatiente y víctimas del conflicto armado en Granada (Antioquia), quienes venden el cacao con el que Diego fabrica chocolates.
"A mí la cocina me hizo madurar y soñar. Si uno no tiene sueños, la vida es vacía y eso ha hecho la cocina en mí: que yo sea un gran soñador". Así se expresa Diego Alberto Saldarriaga Posada, quien después de un camino por el conflicto armado, ha encauzado su vida en la repostería, generando ingresos en la legalidad.
Diego, un peculiar personaje vestido con túnicas y turbante, piel morena, sandalias y accesorios entre rojo, amarillo y verde por su adhesión al movimiento rastafari, creció en el barrio La Sierra, de la Comuna 8 (Villa Hermosa) de Medellín junto con su madre y cuatro hermanos. A sus doce años de edad y por causa del conflicto que se presentaba en su territorio, optó por ingresar a un grupo armado. "Los enfrentamientos se presentaban entre la Guerrilla del 8 de marzo, el Bloque Cacique Nutibara y el Bloque Metro", señala Diego, quien después, ingresó al Bloque Mineros de las Autodefensas Unidas de Colombia, donde estuvo por cinco años.
"Un día yo estaba afuera de mi casa y había tenido un problema con mi mamá, los que no faltan desde niño. Me encontraba muy aburrido, eran las 10:00 de la noche, cuando pasó Alejandro, casi un amigo, diciéndome que en el barrio 'La Muñeca' se necesitaba gente que cuidara abajo, para que no nos mataran. Me fui con él. Dije: 'ah, bueno. Si necesitan gente, pues vamos. Qué me voy a dejar matar. Vamos a sacarlos y que no se metan al barrio'", afirma Saldarriaga Posada.
En junio de 2005, cuando tenía 17 años se desvinculó del grupo junto con otros miembros. "Daba susto porque no sabía qué iba a pasar, nos decían que era una desmovilización, que nos iban a dar estudio. Empezamos a estudiar en Robledo, en el colegio Presencia Colombo-Suiza. Aprendimos confección y nos capacitamos en varias cosas. Yo después estudié mecánica de motos y electricidad", recuerda Diego.
Este proceso estuvo acompañado por psicólogos y trabajadores sociales. Según él, a pesar de asistir a los talleres, seguía viviendo y relacionado en actividades ilegales. Su reencuentro con el rap, la música que desde pequeño le había gustado, fue un factor determinante para alejarse de las armas. En este camino comenzó a descubrir y potenciar sus talentos.
"Un día me dije 'quiero dedicarme hacer música'. Yo me paraba en La Sierra que es una parte muy alta, desde donde veía toda la ciudad. Pensaba: 'uno acá encerrado, el mundo tan grande y uno sin poder salir de un barrio'. Empecé a hacer rap, trabajé, fui a Bogotá y a varias partes de Medellín. Seguía viviendo en la misma casa, pero me empecé a alejar porque ya tenía que pasar más tiempo grabando, haciendo música". Actualmente, su preferencia musical por el género Nyahbingi, es guiada por su cultura rastafari.
Una vez cumplió la mayoría de edad, en septiembre de 2012, ingresó al proceso de reintegración a la civilidad, que lidera la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), antes Agencia Colombiana para la Reintegración, en convenio con la Alcaldía de Medellín, del cual rescata el acompañamiento psicosocial que ha recibido y la formación académica, bases que le han abierto su perspectiva para visionar el negocio comercial que ha emprendido.
Después de su experiencia como músico, Diego quiso explorar otro de sus talentos, la artesanía. Se dedicó tres años a la creación y venta de macramé, pulseras y croché en la Avenida La Playa, en el centro de Medellín. Allí conoció a quien él llama "el profeta Daniel", quien lo introdujo en el mundo de la gastronomía, específicamente, con la comida vegana; en sus inicios le enseñó a preparar empanadas y hamburguesas, actividad con la que ha desarrollado varias ideas.
Más tarde, pasó de vender estos productos a crear su propio restaurante llamado 'Vegano', en el municipio de Copacabana. Diego continuó en su búsqueda de un negocio rentable, con el cual proyectar sus habilidades culinarias, es así como evocó y siguió el consejo de quien le compró el primer restaurante: dedicarse a la repostería. Es así como desde hace tres años se dedica a la elaboración y venta de productos integrales y veganos, chocolates y alfajores, hechos con ingredientes saludables como la quinua, frutos secos, cereales y granos integrales. Una idea que lo satisface por contribuir a su vez, al bienestar de las personas.
Diego reside en una casa finca en la vereda La Palma del corregimiento San Cristóbal, de la ciudad de Medellín. Allí realiza lo que él denomina el proceso de transformación artesanal del cacao. "Yo compro el cacao, lo traigo seco y me encargo de tostarlo y pelarlo, el que a su vez convierto en licor de cacao, después en chocolate amargo, el cual paso a dulce, es decir, hago todo el proceso", señala. Él enfatiza que compra el cacao proveniente del municipio de Granada (Antioquia), el cual es cultivado y fermentado por seis familias víctimas del conflicto armado, que en su sentir, es una forma de reconciliación.
Para el 2014, el proceso de reintegración, que Saldarriaga Posada se propuso con el acompañamiento de la ARN y la Alcaldía de Medellín, obtuvo un nuevo logro al graduarse como bachiller académico de la Escuela Empresarial de Educación de Antioquia. Por otra parte, ha adelantado con el Sena seis cursos en Mercadeo, Emprendimiento, Logística Básica y Servicio al Cliente. "La verdad este proceso ha sido de gran ayuda porque yo soy lo que soy gracias al proceso de reintegración, aunque fue algo voluntario porque uno se queda es porque quiere, gracias a esto soy lo que soy, he crecido como persona con las psicólogas, el estudio me ha hecho avanzar, todo el acompañamiento ha sido de gran ayuda", expresó.
Catalina Quintero López, la profesional reintegradora que le ha brindado el apoyo psicosocial y ha seguido su proceso, destaca que Diego "es una persona asertiva, inspira tranquilidad, tiene habilidades para relacionarse y competencias a nivel familiar y productivo", como ejemplo, vela por su madre e hijo de 12 años.
En este sentido, con la motivación que tiene con su negocio, participa en las ferias comerciales como Emprendedores ¡con vos!, que realiza la Secretaría de Seguridad y Convivencia de la Alcaldía de Medellín; un espacio en el que personas en reintegración y postpenados en proceso de resocialización, comercializan sus unidades productivas. En la primera feria, Diego vendió $640.000.
De otra parte, como una muestra de la labor a la que están llamados los diferentes actores sociales en el proceso, la empresa Isagen le adquirió recientemente 1420 unidades de cacao, una transacción que le reivindicó a él que si se cree en los sueños y se trabaja con disciplina éstos se pueden materializar.
Entre otras cosas, Diego recientemente aplicó para acceder al capital semilla que brinda la ARN, con el ánimo de dotar su unidad de negocio con maquinaria que le permita desarrollar chocolatería vegana, la cual denominará La Redención con el slogan Sembrando Salud. Igualmente, para abrir un punto de venta.
Diego sueña con compartir el fruto de este trabajo con su familia, su mamá e hijo. Otro anhelo, culminar el proceso de reintegración en 2017.