Encontró en Pitalito, al sur del Huila, el lugar donde sentar sus raíces de paz, luego de recorrer gran parte de la geografía colombiana desde la otra orilla, desde el lado de la guerra. Hoy abraza la oportunidad que le dio la reintegración y enfrenta nuevas posibilidades de cara a la legalidad
Hablar con Juan Carlos es conocer la historia de nuestro país. A sus 39 años de edad comenta de política, geografía, fauna, deportes y otros tantos temas que su experiencia, sumada a unos cuantos libros y documentales de televisión, le ha permitido conocer.
Aunque nació en Sincelejo, la brisa del río Caquetá acompañó su infancia transcurrida en Curillo, pequeño municipio del departamento caqueteño. Allí, en un ambiente que protagonizaba la violencia de los grupos armados ilegales, decidió aventurar a sus 13 años de edad, ingresando a las filas de las FARC.
Su paso, tras 17 años militando en este grupo, le permitió conocer lugares selváticos en todo el sur de Colombia y vivir, según él, el proceso de la guerra. Sin hablar mucho de su pasado, su pasiva voz evoca cuando le tocaba 'ranchar', cumplir labores de guardia y recordando sus viejas botas, con las que recorrió incontables kilómetros en las montañosas noches hasta llegar a nuevos puestos de mando militar.
"Fue en el 2008 cuando decidí salirme del grupo. Ya estaba cansado de la guerra y sabía que esa no era la opción", comenta Juan Carlos, de convicciones católicas, quien hoy asegura tener una vida tranquila, buenas relaciones con sus semejantes y un trabajo que le permite solventar sus necesidades económicas al lado de su familia.
Conocimiento hecho arte
Aunque comenta que la inseguridad se ha llevado últimamente la calma del municipio que lo acogió tras su desmovilización, no deja de agradecer las oportunidades que el conocido "valle de laboyos" le ha ofrecido. Sus días transcurren entre el cemento, ladrillos, estuco y pintura, elementos que le permiten desarrollar su conocimiento en construcción, oficio que considera valerosamente un arte.
Sus manos no ocultan los años de labores y son responsables de cada detalle, restauración de paredes, acabados en obra blanca y las múltiples labores que implican su trabajo, y llevan consigo su propio sello, el de la paz y la reconciliación.
Entre sueños y pasiones
Recientemente, Juan Carlos finalizó exitosamente su proceso de reintegración junto a otras 5 personas en Pitalito. Fueron cerca de 10 años los que caminó de la mano con la política de reintegración que le ofreció Estado Colombiano, abriendo sus puertas al camino de la legalidad y encontrando en este, la mejor opción para cambiar su vida.
Afirma que "de no haber sido por la reintegración, hubiera caído". No deja de sonreír - como acostumbra - y agradecer, cuando reconoce el acompañamiento que tuvo por parte de profesionales integrales que orientaron su proyecto de vida en la legalidad, con el cual pudo salir adelante y contribuirle a la comunidad a través de acciones de reconciliación.
Hoy se aleja de cualquier escenario que representa la violencia. Abrazó un estilo de vida en paz, gozando de la libertad que le ofrecen los más pequeños, pero significativos momentos que para él son un juego de fútbol, una partida de billar o una caminata en el parque con su familia. Así se siente un hombre libre, de frente a la sociedad, anhelando la paz, un hombre de bien con deberes y derechos.