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Historias exitosas de reincorporación

“Encontramos la tranquilidad que habíamos perdido”: exintegrantes de las Farc-Ep

Cristina*, y su compañero de vida avanzan en la materialización de un sueño: la construcción de su casa.

Cristina*, y su compañero de vida avanzan en la materialización de un sueño: la construcción de su casa.  Foto: Comunicaciones ARN    

Cesar , 28/05/2019

Llegaba la tarde cuando Cristina* sintonizó la emisora que la mantenía enterada de las noticias de la región, pero ese día, el 3 de julio de 2007 lo primero que escuchó fue un avance en el que informaban sobre el fallecimiento de su padre, quien sería sepultado unas horas después. "Lo más duro de haber pertenecido a un grupo armado fue separarme de mis hijos y no asistir al sepelio de mi padre", así inició su relato Cristina*, exintegrante de las Farc-Ep y hoy persona en proceso de reincorporación.

La excombatiente, en el año 2009, decidió desmovilizarse voluntariamente y acogerse al proceso de reintegración, sin embargo, luego de la firma del acuerdo de paz fue remitida en los listados entregados por las Farc-Ep y acreditada por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. Su caso fue estudiado en el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR), en donde se avaló que ella y su compañero sentimental formaran parte de las personas en proceso de reincorporación.  

Cristina contó su historia que considera ejemplo de lucha, valentía y superación. De acuerdo con la excombatiente, la decisión de hacer parte de la guerrilla la tomó por miedo, desconocimiento y presión. Al parecer, el Ejercito tenía información sensible sobre su supuesta colaboración con la guerrilla, esto porque en algunas oportunidades ella cocinó para combatientes de las Farc-Ep.

"Yo vivía en una finca que era paso obligado de guerrilleros porque por esa zona trasladaban comida para el campamento, hombres en mula hacían los mandados. Cierto día, llegaron a la finca varias personas que se identificaron como guerrilleros, entre esas, un comandante que me pidió cocinar para ellos. Acepté por miedo y debido a eso a mi marido también lo relacionaron como miliciano. Tiempo después, él decidió entrar al grupo de manera voluntaria. El Ejército ya nos tenía en la mira, así que ambos preferimos pertenecer a las Farc y no quedar privados de la libertad", afirmó la excombatiente.

Así fue como Cristina y su esposo pasaron de la legalidad a la ilegalidad, el miedo sobrepasó el amor que Cristina sentía por sus hijos a quienes dejó al cuidado de su madre para poder dedicarse de lleno a ser cocinera de las Farc-Ep. Sus días ya no transcurrían en esa finca ubicada en el corregimiento de Atánquez, principal asentamiento de indígenas de la etnia Kankuama en el departamento del Cesar, sus horas eran de constante zozobra por los numerosos traslados que tenía que hacer al interior del grupo. Nunca dejó de ser cocinera, esa era su función y su esposo se convirtió en informante.

La desmovilización

De madrugada y con los corazones acelerados por el miedo, Cristina y su esposo decidieron huir y entregarse a tropas del Ejército Nacional. "Como yo me encargaba de hacer compras a la guerrilla, tuve la facilidad de enviarle una carta a un hermano informándole lo que estaba pasando y mi intención de huir. Mi hermano me mandó a decir con un indígena que iba a organizar todo para poder ayudarme. Me dijo que iba a mandar a varios indígenas que conocían la zona para que me ayudaran a escapar de madrugada y así fue. Los kankuamos, llegaron hasta cierto punto en donde nos estaban esperando", narró la pareja sentimental de Cristina.

"Nos volamos de madrugada, salimos a las 3 A.M. y llegamos al pie del cerro que quedaba cerca de la finca de mi hermano a las 5 P.M. Mi hermano nos estaba esperando, y fue a darle aviso al Ejército para entregarnos. Desde ese día nuestra vida cambió, volvimos a nacer", relató la pareja.

Empezar de nuevo no fue nada fácil para esta pareja que a pesar de las circunstancias se ha mantenido unida y han luchado por recuperar el amor de sus hijos, quienes en algunas oportunidades los cuestionan por haberlos dejado. Sin embargo, el amor ha sido fuerte y ha minimizado errores del pasado que los alejó como familia. Cristina, ya es abuela, y disfruta del cariño de sus nietos.

La casa de sus sueños

Los excombatientes hoy tienen un panorama distinto. La desmovilización los motivó a iniciar una nueva vida en la legalidad y rectificar el camino. Recuperar el amor de sus hijos se convirtió en prioridad y tener una casa propia en donde cuidar a sus nietos y vivir tranquilos en la legalidad era un sueño que deseaban ver materializado.

La pareja no ha terminado su casa, pero poco a poco ha ido levantando el sueño que en algún momento pensaron que sería utopía. Los dos, están trabajando unidos en la venta de artesanías, servicios generales y cuentan con ayudas económicas por parte de sus hijos.

Cada ladrillo que los exintegrantes de las Farc-Ep le ponen a la vivienda es un motivo para seguir sonriéndole a la vida y demostrar que sí se puede volver a empezar y aportar a la construcción de paz del país.  La pareja manifestó haber aprendido de las experiencias vividas, y si pudieran devolver el tiempo, hubiesen sido más asertivos en la toma de decisiones.

Ellos describen su historia como ejemplo de valentía y fortaleza. No fue nada fácil estar lejos de su familia y renunciar a sus sueños, tampoco huir de un campamento guerrillero, pero mirar atrás les recuerda que siempre hay un camino y cada quien decide por dónde transitar. Ahora caminan en una misma dirección, en búsqueda de la tranquilidad que estaba perdida.

Actualmente, Cristina y su pareja alternan sus actividades laborales independientes con su rol de abuelos. Sus nietos los llenan de fuerza para seguir enfrentando el mundo con valentía y honestidad. 


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