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Su nombre es Julio César Natura Restrepo

El excombatiente indígena que ha fortalecido el Resguardo Gitó Dokabú

Julio César Natura Restrepo reconoce y destaca el acompañamiento brindado por la ARN para reintegrarse con éxito a la sociedad. Foto: Comunicaciones ARN

Risaralda , 08/08/2020

 

  • Este 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, y la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) resalta a los integrantes de las diferentes comunidades en Colombia, que han reconstruido su proyecto de vida desde la legalidad y contribuido al fortalecimiento de su identidad cultural. 

  • Julio César pertenece al Resguardo Gitó Dokabú de Pueblo Rico (Risaralda). Es bachiller y operario en agroindustria. Este año finalizará exitosamente su proceso de reintegración.


Su nombre es Julio César Natura Restrepo, el excombatiente indígena que a sus 40 años lleva progreso al Resguardo Gitó Dokabú, ese que lo vio nacer entre las montañas de Risaralda y Chocó.  

Entre tantas cosas, una de las que más ronda por su cabeza, es una tienda para que surta de alimentos a su comunidad. Ésta representa el sueño, gracias al capital semilla de ocho millones de pesos que le destinará el Gobierno Nacional una vez finalice su proceso de reintegración.  

El Estado brinda ese incentivo para que personas como Julio César – que adelantan con éxito su proceso para reintegrarse a la vida civil -, puedan abrirse nuevos caminos impulsando una unidad de negocio, accediendo a educación superior o construyendo su proyecto de vivienda. 

Es padre de seis niñas y tiene fechas importantes grabadas en su mente. En el 2015 ingresó a la ruta de reintegración y solo había cursado sexto de bachillerato. 4 años después cambió sus botas pantaneras y bastón de mando por zapatos, toga y birrete, para graduarse de bachiller y como operario en agroindustria con énfasis en frutas y verduras gracias al Modelo de Entorno Productivo implementado en La Unión (Valle del Cauca).  

Su comunidad del Resguardo Gitó Dokabú alberga cerca de 200 personas entre niños, jóvenes, parteras, jaibanás (curanderos) y autoridades indígenas: él es un referente en ella y ese liderazgo se nota cuando se reúnen en la caseta comunitaria, un escenario de diálogo y deliberación. 

Este espacio hace parte del Modelo de Fortalecimiento Comunitario que lideró la ARN, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).  

Julio también dedicó 80 horas de su tiempo dentro del servicio social para construir una caseta cultural ancestral, donde se congregan para resaltar y rescatar las tradiciones ancestrales. También para que las mujeres hagan sus artesanías.

Esta iniciativa se denominó 'Yo aporto una piedra al río' y participaron en su construcción otros 14 excombatientes, comunidad y guardia indígena. "Estoy feliz con estos proyectos. Valió la pena salir de la guerra para disfrutarlos", dice Julio sin titubear.

El camino de la paz y la legalidad también se simboliza en espacios de diálogo, convivencia, reconciliación y recuperación de saberes ancestrales entre las comunidades y los excombatientes; esos escenarios se han vuelto – en este caso – la esencia para facilitar la reintegración a la sociedad. "Ahora tengo más experiencia para trabajar con la comunidad. Aquí siempre me he sentido querido", dice Julio.
 

En Bajo Gitó, la voz de Julio inspira respeto 

Hace 19 años se constituyó el Resguardo Gitó Dokabú. Son 14 comunidades las que lo conforman y están distribuidas en cuatro zonas. Aquí, la voz de Julio – embera katío - inspira respeto, fruto de su compromiso y ejemplo de superación. "La disciplina me ha mostrado el camino para ser una nueva persona, después de estar en el lugar equivocado".

Más allá de su trabajo social, sus ojos también los pone en los cultivos de cacao, plátano, lulo y primitivo; los comercializa en su territorio y en el corregimiento de Santa Cecilia en Pueblo Rico (Risaralda), a 45 minutos de su comunidad.

Sus conocimientos agrícolas no han sido en vano. Sus días empiezan a las cinco de la mañana y terminan cuando el sol se esconde entre las montañas cargadas de historia. Julio no se queda quieto. Se la pasa entre sus cultivos, de arriba a abajo, y pensando también cómo más le puede servir a su pueblo.

"Fueron cerca de 10 años en el grupo armado. Me dio duro regresar, muchos pensaron que les iba a ser daño, pero al contrario, llegué a aportar y a reconciliarme con todos. El diálogo fue fundamental". 

Las dos cosas que Julio le pide a Dios son salud y protección. Su familia es su bastón. Cuenta las horas para oficialmente reintegrarse a la sociedad, y aunque falta poco tiempo de culminar el proceso, ya es un testimonio de que la legalidad es el camino correcto.


 Dato de interés 

  • La ARN en el Eje Cafetero atiende 196 excombatientes indígenas que avanzan con su ruta de reintegración. 218 ya la culminaron. Además, 35 hacen parte del proceso de reincorporación. 

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