Robin*, un ex integrante de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), desde la adolescencia, comprendió a tiempo que la vida es mejor sin armas, capacitándose, estudiando y ayudando a otros a superarse.
“Desde que estuve en ese grupo armado ilegal, el trabajo social era para mí una parte fundamental en mi vida y el pilar para mantenerme con la mentalidad de salir adelante y con devoción de trabajar para los demás”, es su manera de encontrar el origen a su enorme capacidad de dar a otras personas sonrisas, soluciones y esperanzas.
Su vida en el grupo armado ilegal la inició siendo un niño y a los 16, en plena adolescencia, ya había ingresado a una correccional. En esta parte de su vida, a diferencia de otros jóvenes en similares circunstancias, transformó la crisis en oportunidad y el constante interés por el estudio y la formación.
De manera certera y decidida habla acerca de la falsa creencia de que con un fusil o dominar un territorio tenían el poder y podían superar cualquier obstáculo. “La mejor forma de luchar por nuestro país es trabajar desinteresadamente por los demás”, asegura.
Precisamente ese es el horizonte que se trazó desde que estaba en ese grupo y que cristalizó, luego de desmovilizarse, durante su Proceso de Reintegración a la vida social y económica con el apoyo de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR).
Sonriendo al recordar la primera vez que hizo algo bueno por otras personas, contó que estaba recién ingresado y sustrajo casi 30 kilos de alimentos de las provisiones del grupo y se los entregó a una familia vulnerable. Fue descubierto y recibió un castigo de cinco días de guardia.
Aún a escondidas de sus superiores, Robin realizaba su loable labor social de diferentes formas al regalar mercados a las familias, incluso cediendo sus propios recursos de alimentación, incluso vacunas y medicamentos que eran de uso exclusivo de las tropas.
“Ahora en la vida civil es un poco diferente y lo hago sin improvisar como me tocaba en aquella época, con el deseo de superar o ganarle terreno a la pobreza extrema y ayudar a que Colombia sea mejor”, afirma.
El estudio y la preparación, aspectos clave de la Reintegración
A los pocos días de haberse desmovilizado en el 2006, buscó en la ACR la manera de estudiar. Siempre ha mantenido la iniciativa de la formación académica y profesional como forma de ayudar a los demás.
Por ello, al graduarse de bachiller con honores, dentro del Proceso de Reintegración, inició de inmediato los estudios universitarios en psicología.
Ese fue el impulso que le dio la ACR y en adelante fue su propio esfuerzo y dedicación para escalar, siempre apoyado en su fervor por el trabajo social y el desempeño que demostraba en cada oportunidad laboral que se le presentó, dentro del mismo perfil.
Ya como psicólogo participó en una convocatoria que hizo una entidad del Estado que trabaja con comunidades a nivel nacional. Se presentaron 500 personas, para escoger a 11, entre los que fue incluido. Como funcionario de una entidad del Estado, relacionado con sectores de población vulnerable, trabaja en lo que le apasiona y le alimenta el espíritu.
Fiel a sus convicciones afirma que la mentalidad de cada persona desmovilizada en Proceso de Reintegración debe estar fijada en mirar al futuro, teniendo la seguridad de encontrar en instituciones como la ACR, el apoyo necesario para salir adelante, aunque el mayor esfuerzo es de cada quien.
El más recientes de sus logros es la próxima titulación como trabajador social que le otorgará la ONU, a través de un programa que cumplió y su sueño está reflejado en la fundación ‘Ayúdame a cambiar’, ubicada en el municipio de Soledad (Atlántico), gestionando beneficios estudiantiles y recreativos para 50 niños y niñas con la finalidad de prepararlos y alejarlos de los grupos armados ilegales.
“Cuando hay un camino recorrido, un trabajo realizado, ya no miran lo que tú fuiste sino lo que eres ahora y lo que haces”, es su pensamiento al preguntarle acerca de la estigmatización que aún se vive con las personas desmovilizadas que cumplen o cumplieron con un Proceso de Reintegración.
Robin es oriundo del Urabá antioqueño, aunque su vida y su corazón ya están arraigados en el departamento del Atlántico, donde vive hoy con su esposa y su pequeño hijo. La tranquilidad y los espacios de trabajar por los demás y verlos como su familia, compensa en algo esa ausencia de los suyos.
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