"Abra su mente, póngala en blanco, deje sus expectativas, más que cumplirlas estamos aquí para cumplir las que tenemos con usted" parte de la filosofía de los restaurantes 'El Cielo' que se puede aplicar a su trabajo social.
Juan Manuel Barrientos, reconocido como uno los mejores chef de Latinoamérica, es el propietario de los restaurantes El Cielo que tienen sede en Bogotá y Medellín y próximamente en Miami Florida. Este antioqueño de 31 años, formado en temas gastronómicos en Argentina y España, ha logrado en sus restaurantes activar los sentidos del sabor con la comida fusión con platos colombianos, todos, llenos de creatividad y de activación de los sentidos. Pero no solo en el gusto por la cocina y el buen sabor despierta sentimientos, también lo ha logrado en el aspecto social. Juan Manuel ha conseguido reunir en una cocina a dos de los actores vivientes de la guerra en Colombia, soldados heridos en combate y personas desmovilizadas de grupos armados ilegales que se encuentran en proceso de reintegración, todo este trabajo gracias a la fundación el cielo que él lidera.
PG. Juan Manuel, ¿Cuál es propósito de la fundación el cielo?
JMB. La fundación el cielo nace de la necesidad de devolver a la parte social un poco de lo que hacemos con el restaurante. Inicialmente su objetivo era capacitar a soldados heridos en combate en temas de cocina y poder entregarles una competencia para salir adelante, pero desde que iniciaron los diálogos de paz, hace aproximadamente año y medio, comenzamos a vincular a personas que se han desvinculado de los grupos armados ilegales.
¿Por qué hacer ese trabajo con desmovilizados en proceso de reintegración?
Luego de trabajar con los soldados, nos dimos cuenta que la verdadera paz no se logra en la mesa de diálogos en la Habana, que tampoco la lograra el gobierno, ni tampoco sería de los militares, sino que es una responsabilidad de los colombianos que queremos vivir en paz y la verdadera paz, sostenible se realiza colombiano con colombiano y que mejor que tener a las dos caras de la moneda del conflicto trabajando juntos.
¿Cómo se deja a un lado tantos sentimientos encontrados?
JMB. El trabajar con desmovilizados ha sido una experiencia de mucha paciencia pero muy bonita, al tener los dos polos más opuestos que presencian la guerra, los soldados con el dolor de una lesión permanente y los desmovilizados con el miedo al rechazo y buscamos que se encuentren en un punto que es la pasión por la cocina, ya que si pueden cocinar juntos en El Cielo pueden hacerlo en cualquier parte.
¿Cómo logran el encuentro de la reconciliación en la cocina del cielo?
JMB. Los seres humanos tiene una pasión por las cuales están dispuestos a pelear y hasta morir por ella y pretendemos encontrar en la pasión de la cocina el punto de encuentro donde no existen esas diferencias, hacemos que los cocineros creen una amistad, indiferente de su pasado, esto se logra luego que a cada grupo por aparte los capacitamos en cocina y cuando están listos los juntamos. Son varias secciones de perdón que se viven para lograr esa reconciliación, pero al unir esas pasiones que los involucran a todos y comienzan a trabajar, compartiendo ingredientes, puntos de cocción y secretos de cocina pues más que perdón, se logra una reconciliación. Si saben que tienen una pasión en común lo demás, pasa a un segundo plano.
Si pudiera comparar este trabajo con una receta de la cocina fusión que realiza en su cocina ¿con qué receta compararía la reconciliación?
No lo había pensado, pero creo que puede ser con el hogao, ya que la cebolla y el tomate se pueden comparar con estos dos actores que intervienen en la reconciliación. Actualmente, la cebolla y el tomate son utilizados en toda la gastronomía americana, pasando por los Estados unidos hasta la Argentina, independiente de los ingredientes que le puedan añadir, aceite, agua, ají, laurel, en fin, se ve en todos los países americanos con diferentes nombres, ahogado, pico de gallo, sofrito, pero la finalidad es la misma y los ingredientes base son los mismos, la cebolla y el tomate, por eso necesitamos que se integren estos dos componentes para tener el mejor sabor, el sabor de la verdadera paz.